miércoles, 16 de mayo de 2012

1# El sabor del verano ya se mastica.


                                                                      **Sofía**

Vacaciones de verano, las mejores vacaciones para un estudiante. Sí, para un estudiante que se queda en su ciudad y va a la piscina y queda con los amigos, y sale de noche (bueno, solo hasta las once), y puede ir al cine, y también puede vivir la vida, e ir a un campamento... y sobre todo DIVERTIRSE, pero por lo que parecía mis padres me querían privar de ese lujo y me acababan de decir que nos íbamos desde Madrid en coche, hasta Galicia, a una pequeña ciudad con playa, ¿pero por qué? Hace años que no voy por allí, y la pandilla que tenía cuando solo contaba con ocho años de experiencia, seguro que ya se disolvió. Pero a pesar de todo tenía que ir, aunque le supliqué mucho a mi madre por quedarme a vivir un mes en casa de Alicia, mi mejor amiga, pero no, teníamos que ir. Que asco. Y solo se les ocurrió en el verano de mis catorce, pues vaya. Así que bueno, hicimos las maletas y nos encaminamos al coche, el viaje fue largo y mi hermano pequeño de diez años estuvo preguntándome estupideces como por ejemplo "¿Cuánto queda?" Al final, me acabé desesperando y comencé yo también.
-¿Cuánto queda?-Preguntamos mi hermano y yo a la vez.
-Mucho-Respondió mi madre hasta que después de casi un día entero, llegamos.
Era por la tarde y todas las cafeterías estaban abiertas, en la playa quedaban todavía personas y sobre todo, el olor al mar, al mar salado ya lo percibíamos. En cuanto íbamos a llegar, al girar una curva descubrimos la fina linea azul del mar. Mi hermano, que la última vez que vio el mar tenía cuatro años, dejó escapar un "¡Ohhh!" y se echó a reír emocionado, yo, por mi parte estaba enfurecida, no quería ir, no señor. La suave brisa marina se coló entre las ventanillas del coche e inundó todo el espacio de un olor salado y espeso. 
-El sabor del verano ya se mastica-Dijo mi padre sonriendo, mi hermano pegó un gritito de alegría y mi madre se echó a reír, ¿pero por qué les hacía tanta ilusión? A mi hermano por los tenderetes y los juguetes y, sobre todo por las pedaletas, pero mis padres... no le veía el sentido. Refunfuñé.
-Venga Sofía, lo pasarás bien, ¿Te acuerdas de Victoria?.-De pronto recordé, era nuestra vecina de dos años más que yo, que fue mi amiga hace más de seis años, ahora me daba un poco de corte acoplarme a su pandilla, puesto que ahora tendría dieciséis. Recordaba a Victoria a la perfección, era como la hermana mayor que nunca había tenido y bueno, era con la que pasaba más tiempo. Pensado en Victoria me acordé de la pandilla: Elena, un año más pequeña, Rodrigo, de mi edad, Yago, de la edad de Victoria, Toñi, unos meses mayor que yo y..., y... no conseguí recordar el que me faltaba, no me salía su nombre. Pero no le di mucha importancia.
-Sí.
-Pues he llamado a su madre, para que os juntéis de nuevo.-Prefecto, mi madre había esfumado de un plumazo todas las efímeras ilusiones que se podrían haber creado en mí. Llegamos finalmente a nuestra casa que estaba encima de la playa, que llevaba más de seis años cerrada, por lo que el felpudo estaba lleno de polvo, y, nada más abrir la puerta toda la humedad de Galicia nos escupió a la cara. Entré por las malas y nada más llegar corrí a mi cuarto, seguía igual, vacío y hogareño al mismo tiempo, perfecto. Me cambié, me puse el bikini cogí una toalla, mi Ipod y bajé corriendo las escalerillas que llegaban a la playa.
-¡Voy a la playa!-Grité cerrando la puerta para no dar tiempo a mis padres a que me negaran el permiso.
Coloqué la toalla, dejé mi Ipod escondido y me fui corriendo al agua. Estaba buenísima, como siempre, refrescante, bueno, como siempre no, porque yo recordaba que aquí el agua siempre estaba helada, pero hoy, estaba especialmente buena. Al salir del agua fui a mi toalla y cogí mi Ipod, comencé a escuchar mi canción favorita y a tomar el sol, de pronto, alguien me tapó mi apreciado astro y me quedé en sombra.
-¡Me tapas el sol!-Dije enfadada, como noté que nadie se movía abrí los ojos.
 Al subir la vista me encontré a unos ojos verdes y un pelo rubio.
-¿Crees en el amor a primera vista o vuelvo a pasar?-Dijo todo chulo, que friki, por dios, ¿no sabía meterse en su vida? Le miré con cara de asco, le eché mi edad o uno más.
-¿Puedes largarte? Me estás molestando.-Dije con una sonrisa sarcástica, el chico me miró con cara de no saber que hacer, por lo que suspiré, y me coloqué boca abajo. Se acabó yendo, uff, menos mal. Y de pronto aquel chico me resultó familiar.