viernes, 1 de junio de 2012

2# Sólo es un juego

                                                                **Carlos**

¿Para qué habré seguido el consejo de Rodrigo?, ¡Si no sabe ligar!, en fin, que acababa de quedar como un completo idiota delante de esa chica tan guapa... un momento... ¡UN MOMENTO!, pelo castaño ondulado... ojos verdes... no muy alta..., oh, dios, era... era..., no, no creo. No había vuelto desde que tenía ocho años y no lo iba hacer ahora... ¿o si?. De pronto la chica se giró y me pilló mirándola, aparté rápidamente la vista, avergonzado, perfecto, pensaría que soy un lunático.

                                                                 **Sofía**

No dejaba de mirarme, ni que fuera un lunático, pero la verdad es que era mono, me sonaba..., ¿no sería?, no, imposible, pero... quizás...
Me puse las gafas de sol, para que no se diera cuenta de que lo miraba, y, efectivamente pensaba que estaba escuchando música con los ojos cerrados y me volvió a hacer un examen con la mirada, me senté mirando al mar, que pensara lo que quisiera.

                                                              **Carlos**

Miré a la chica, tenía un año menos que yo seguro, se le notaba bien. Pero eso me daba igual. La miré, estaba pensando en acercarme a ella para empezar de nuevo cuando de pronto, un chico se acercó a ella por detrás, le tapó los ojos y la abrazó. Ella se dio la vuelta y soltó un grito de alegría y lo abrazó, vale, lo más probable es que fuera su novio, ya no iba a ser mi novia... me estaba volviendo paranoico, sería mejor que me fuera a hacer surf, esto era demasiado. Cogí mi tabla, le eché un último vistazo y me lancé al agua, las olas eran perfectas, me metí bajo ellas y salí al exterior, me apoyé en la tabla y cogí oxígeno. Miré la orilla, genial, la parejita se acercaba jugando, él le hacía cosquillas y no sé que más estupideces. Me senté sobre la tabla e intenté no mirarlos, me fui hacia más adentro, y me tumbé sobre la tabla, les eché un vistazo y vi que de pronto, ella se sumergía y comenzaba a mover mucho los brazos. Se ahogaba. Me lancé con mi tabla hacia ella, lo más rápido que pude, y conseguí llegar antes que su "novio", la tiré de la mano y la subí a la tabla y nadé un poco hacia la orilla. Tenía los ojos cerrados.
-¿Me oyes, estás bien?-Pregunté preocupado. De pronto, arrugó el ceño y abrió los ojos, suspiré aliviado.
-¿Pero a ti que te pasa?-Me preguntó, algo que me dejó totalmente desconcertado.
-N-nada, t-te ahogabas.-Dije sin entender nada.
-¡No! Sólo estábamos jugando.-Dijo mientras su "novio" se acercaba nadando hacia nosotros.
-Lo siento, yo... pensé... es que... yo... perdonar... yo...
-Déjalo-Dijo bufando, se bajó de mi tabla y nadó hasta su "novio" que le preguntó algo, me miró y se rió, después salieron del agua, y se fueron. Que bien habíamos empezado, ya no quedaba mucha gente en la playa y me fui a casa, estaba cansado, y malhumorado, después del numerito que acababa de montar, y de descubrir que ella tenía novio y, que efectivamente, era Sofía.

miércoles, 16 de mayo de 2012

1# El sabor del verano ya se mastica.


                                                                      **Sofía**

Vacaciones de verano, las mejores vacaciones para un estudiante. Sí, para un estudiante que se queda en su ciudad y va a la piscina y queda con los amigos, y sale de noche (bueno, solo hasta las once), y puede ir al cine, y también puede vivir la vida, e ir a un campamento... y sobre todo DIVERTIRSE, pero por lo que parecía mis padres me querían privar de ese lujo y me acababan de decir que nos íbamos desde Madrid en coche, hasta Galicia, a una pequeña ciudad con playa, ¿pero por qué? Hace años que no voy por allí, y la pandilla que tenía cuando solo contaba con ocho años de experiencia, seguro que ya se disolvió. Pero a pesar de todo tenía que ir, aunque le supliqué mucho a mi madre por quedarme a vivir un mes en casa de Alicia, mi mejor amiga, pero no, teníamos que ir. Que asco. Y solo se les ocurrió en el verano de mis catorce, pues vaya. Así que bueno, hicimos las maletas y nos encaminamos al coche, el viaje fue largo y mi hermano pequeño de diez años estuvo preguntándome estupideces como por ejemplo "¿Cuánto queda?" Al final, me acabé desesperando y comencé yo también.
-¿Cuánto queda?-Preguntamos mi hermano y yo a la vez.
-Mucho-Respondió mi madre hasta que después de casi un día entero, llegamos.
Era por la tarde y todas las cafeterías estaban abiertas, en la playa quedaban todavía personas y sobre todo, el olor al mar, al mar salado ya lo percibíamos. En cuanto íbamos a llegar, al girar una curva descubrimos la fina linea azul del mar. Mi hermano, que la última vez que vio el mar tenía cuatro años, dejó escapar un "¡Ohhh!" y se echó a reír emocionado, yo, por mi parte estaba enfurecida, no quería ir, no señor. La suave brisa marina se coló entre las ventanillas del coche e inundó todo el espacio de un olor salado y espeso. 
-El sabor del verano ya se mastica-Dijo mi padre sonriendo, mi hermano pegó un gritito de alegría y mi madre se echó a reír, ¿pero por qué les hacía tanta ilusión? A mi hermano por los tenderetes y los juguetes y, sobre todo por las pedaletas, pero mis padres... no le veía el sentido. Refunfuñé.
-Venga Sofía, lo pasarás bien, ¿Te acuerdas de Victoria?.-De pronto recordé, era nuestra vecina de dos años más que yo, que fue mi amiga hace más de seis años, ahora me daba un poco de corte acoplarme a su pandilla, puesto que ahora tendría dieciséis. Recordaba a Victoria a la perfección, era como la hermana mayor que nunca había tenido y bueno, era con la que pasaba más tiempo. Pensado en Victoria me acordé de la pandilla: Elena, un año más pequeña, Rodrigo, de mi edad, Yago, de la edad de Victoria, Toñi, unos meses mayor que yo y..., y... no conseguí recordar el que me faltaba, no me salía su nombre. Pero no le di mucha importancia.
-Sí.
-Pues he llamado a su madre, para que os juntéis de nuevo.-Prefecto, mi madre había esfumado de un plumazo todas las efímeras ilusiones que se podrían haber creado en mí. Llegamos finalmente a nuestra casa que estaba encima de la playa, que llevaba más de seis años cerrada, por lo que el felpudo estaba lleno de polvo, y, nada más abrir la puerta toda la humedad de Galicia nos escupió a la cara. Entré por las malas y nada más llegar corrí a mi cuarto, seguía igual, vacío y hogareño al mismo tiempo, perfecto. Me cambié, me puse el bikini cogí una toalla, mi Ipod y bajé corriendo las escalerillas que llegaban a la playa.
-¡Voy a la playa!-Grité cerrando la puerta para no dar tiempo a mis padres a que me negaran el permiso.
Coloqué la toalla, dejé mi Ipod escondido y me fui corriendo al agua. Estaba buenísima, como siempre, refrescante, bueno, como siempre no, porque yo recordaba que aquí el agua siempre estaba helada, pero hoy, estaba especialmente buena. Al salir del agua fui a mi toalla y cogí mi Ipod, comencé a escuchar mi canción favorita y a tomar el sol, de pronto, alguien me tapó mi apreciado astro y me quedé en sombra.
-¡Me tapas el sol!-Dije enfadada, como noté que nadie se movía abrí los ojos.
 Al subir la vista me encontré a unos ojos verdes y un pelo rubio.
-¿Crees en el amor a primera vista o vuelvo a pasar?-Dijo todo chulo, que friki, por dios, ¿no sabía meterse en su vida? Le miré con cara de asco, le eché mi edad o uno más.
-¿Puedes largarte? Me estás molestando.-Dije con una sonrisa sarcástica, el chico me miró con cara de no saber que hacer, por lo que suspiré, y me coloqué boca abajo. Se acabó yendo, uff, menos mal. Y de pronto aquel chico me resultó familiar.